Vivo en el letargo de un tronco,
condenado a ser madera.
Nadie ni nadie vive en mí.
Nada vuelve a ser, si fue.
Nadie golpea.
Es el ritmo azul
del pájaro de Darío.
Es el cáncer.
Es mi Universo (como dijo él)
que convierte mi noche
en un mandato azul tibio.
Hubo comienzos que dejaron
la tinta helada.
Leonor Lerer