Nuestros Poetas


Carmelo Lanzillotta, nacido en Boedo, hoy reside en la ciudad de Banfield.
Concurrente de varios grupos literarios, entre ellos Sade y Rincón Lírico del café Tortoni.
Ha participado en diversas antologías, recibiendo diplomas de honor y distinciones.
En el años 2007, publica su primer libro “Latidos” y en el 2009, su segundo libro
“La piel del silencio”.

Este amor


Cuando se asome el amanecer
y despierten las sombras frías,
desayunarán tus ojos verdes
junto a la luz del nuevo día.


Y me verás con brazos extendidos
esperándote con ansias y locuras,
para entregarte mis labios perdidos
saciándote con uvas maduras.

Y avanzarán los vientos mudos
entre colinas y senderos,
lamiendo el fruto desnudo
de este amor dulce y verdadero.
AMOR EFERVESCENTE

A veces me pierdo en la desnudez ligera de tus senos,

como queriendo rendirme en tu verbo.

Y entre el tibio cerco de mis brazos,

quisiera tenerte prisionera.

Porque es tanto el deseo de amarte,

que mis ojos se inundan de sales.

Siempre espero que despierten ventanales,

en el hilo azul de los cielos,

pues tu cuerpo huele a miel fresca,

y tus besos alimentan el manantial de mis labios desesperados.

Y bajo noches de sueños compartidos,

Se aceleran el fuego y la pasión,

De este amor, efervescente y sincero.

Carmelo Lanzillotta

Mes dedicado a Pablo Neruda



Pablo Neruda 12 de Julio de 1904

A todos, a vosotros,
los silenciosos seres de la noche
que tomaron mi mano en las tinieblas, a vosotros,
lámparas
de la luz inmortal, líneas de estrella,
pan de las vidas, hermanos secretos,
a todos, a vosotros,
digo: no hay gracias,
nada podrá llenar las copas
de la pureza,
nada puede
contener todo el sol en las banderas
de la primavera invencible,
como vuestras calladas dignidades.
Solamente
pienso
que he sido tal vez digno de tanta
sencillez, de flor tan pura,
que tal vez soy vosotros, eso mismo,
esa miga de tierra, harina y canto,
ese amasijo natural que sabe
de dónde sale y dónde pertenece.
No soy una campana de tan lejos,
ni un cristal enterrado tan profundo
que tú no puedas descifrar, soy sólo
pueblo, puerta escondida, pan oscuro,
y cuando me recibes, te recibes
a ti mismo, a ese huésped
tantas veces golpeado
y tantas veces
renacido.
A todo, a todos,
a cuantos no conozco, a cuantos nunca
oyeron este nombre, a los que viven
a lo largo de nuestros largos ríos,
al pie de los volcanes, a la sombra
sulfúrica del cobre, a pescadores y labriegos,
a indios azules en la orilla
de lagos centelleantes como vidrios,
al zapatero que a esta hora interroga
clavando el cuero con antiguas manos,
a ti, al que sin saberlo me ha esperado,
yo pertenezco y reconozco y canto.

A partir de Julio estamos en